miércoles, 21 de enero de 2009

Visa para un sueño

Entre abrazos y llantos cientos de peruanos diariamente se despiden del Perú

Las llamadas de embarque empiezan a retumbar en el segundo piso del aeropuerto internacional Jorge Chávez, saben que ya llego la hora de despedirse. Las familias se dan las últimas demostraciones de amor, caricias, abrazos y entre risas nerviosas las lágrimas empiezan a corren por sus rostros saben que quizás se verán después de muchos años o sea la última vez. Es hora de partir y emprender nuevos caminos.

Cientos de historias recorren los pasillos y rincones de esta zona de embarque. Relatos como la de Giovanna, una joven de 22 años, nacida en Chiclayo. Estudio Derecho en la Universidad Católica. Obtuvo una beca, para estudiar en una universidad de New Jersey, va en busca de un “futuro mejor” y luchar por lo que soñaron toda la vida sus padres; verla triunfar en el extranjero y en su país. Nerviosa acepta que es la primera vez que se separara de sus padres por mucho tiempo y le será difícil adaptarse en un país donde no conoce a nadie.
(Con cientos de metas y sueños) vemos a Giovanna despedirse de su madre la señora María, una vez que su mamá le da la bendición la joven inicia su lucha, sin mirar atrás y con lágrimas que invaden su rostro, se va alejando y su silueta desaparece. Su familia resignada pero con la esperanza de que lo que Giovanna esta haciendo es por su bien, toman sus cosas y regresan a casa con el corazón entre las manos.

Mas allá entre las barandas vemos a un niño muy hiperactivo que se esta colgando de estas, su nombre es Brandon, tiene ocho años y vino al Perú hace un mes junto a su madre para que la familia lo conociera. Lucy, su mamá dice que puso de vuelta y media a la casa de su abuela materna.
Lucy vive hace 12 años a Estados Unidos, viajó por trabajo, allá conoció a un americano muy apuesto de Los Ángeles y se casaron hace nueve años, ella pudo obtener la legalización; Lucy no veía a su familia desde aquel 11 de noviembre de 1996 día en el que partió. Nos cuenta que, aunque la situación no sea la más fácil en la tierra en EEUU, esta saliendo adelante junto a su familia , y a planificado llevar su madre a que este con ella un par de meses para que la acompañe porque a veces se siente muy sola.

Conocimos también a Joel Condori. Un joven de veintiocho años que estudió ingeniería de sistemas en la Universidad Nacional de Ingeniería. Hace un par de años acabo la carrera pero como les sucede a mucho de los jóvenes en el Perú no encontró un trabajo seguro. Con muchas obstáculos por de delante Joel buscó la forma de ayudar a su familia y llegó la oportunidad que tanto esperaba, una tía que reside en Miami lo ayudo para que viajará a los Estados Unidos, Joel no se negó ante la ayuda, empezó con los trámites y en pocos meses logró juntar el dinero necesario para enrumbar a la tierra de tío Sam dejando todo lo que con tanto esfuerzo que costó construir en el Perú. Vivió más de cuatro años como ilegal hasta obtener la preciada legalización. Llego al Perú hace dos meses después de tantos años de soledad y sacrificio. Trabajará tres años más, regresará al Perú para quedarse del todo y dejar atrás las tierra en la que tuvo que luchar solo valiéndose de artificios jamás pensados.

Relatos como los anteriores demuestran el esfuerzo y la lucha que día a día emprenden los peruanos en los Estados Unidos. Claro, no todos corren con la misma suerte, algunos se marchan del país como ilegales, viven la explotación y el abuso en carne propia. Otros como Giovanna tienen mejor suerte y viajan por estudios, llegan a aquel país como legal y no tienen el riesgo que la “migra” los persiga y los atrape. Pero todos tienen algo en común, se van cargados con un montón de sueños y no descansarán hasta cumplirlos aunque la soledad y la distancia sean los precios que tengan que pagar.

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