martes, 20 de enero de 2009


UNA TARDE EN EL PARQUE ZONAL SINCHI ROCA


En Comas, en la cuadra 32 de la Av. Universitaria, .encontramos el Parque Zonal Sinchi Roca. Con sus 40 mil árboles es considerado uno de los últimos pulmones ecológicos de Lima. Este parque zonal también se caracteriza por las apabullantes fiestas tecno-cumbieras que se realizan dentro, en la que la algarabía, las cajas de cerveza, los grupos del momento y las polladas calientes se unen para hacer las tardes inolvidables que casi siempre terminan en pelea a chavetazo limpio o con lluvias de botellas; matrimonios masivos o escenario de celebraciones como la del primero de junio conmemorando el del Día Internacional de la Papa que contó con la presencia de 30 mil personas. Asimismo, exposiciones y muestras fotográficas.
Llegamos al mediodía aturdidos por el largo viaje y el sofocante sol. La mototaxi nos deja en la parte trasera del parque, las paredes están invadidas por cientos de graffitis proporcionados por el grupo “La Mancha”. Con un sol cincuenta o dos soles tienes el ingreso asegurado. Parece que hoy es un día especial hay muchos niños dando vueltas de un lado a otro, son las Olimpiadas del Colegio María Milagrosa, las lozas deportivas están invadidas por alborozados niños que a costa de cualquier cosa quieren llevarse el preciado trofeo que la profesora Gertrudis cuida con cautela.

A lo lejos la magnitud de la piscina más grande de América llama nuestra atención, embobados caminamos hacia ella. Pero el paso está restringido, es hora del almuerzo, los trabajadores paran la faena, se sientan en el pasto, abren sus portaviandas y le dan rienda suelta a su voraz hambre. Metros más allá cerca de veinte jóvenes están semidesnudos entre los árboles luego de la práctica de fútbol, se cambian en la intemperie porque no se cuentan con los camerinos adecuados, estos recién se están construyendo. Con tristeza recordamos la muerte de Johnny, un niño de siete años que murió hace una par de meses en esta misma piscina, según las autoridades las más moderna y segura del Cono Norte.
La oferta gastronómica es variada y colorida, al igual que la basura regada en el césped. Las zonas de camping están invadidas por toda clase de envolturas y las parrillas, a disposición del público, se caen a pedazos. Los tachos de basura son un adorno más del parque al que nadie se acerca quizá por miedo a romperlos o porque quizás exista un cartel invisible que dice: “mírame pero no te me acerques”. Los baños son una muestra del descuido del lugar, es en estos momentos donde el refrán: por fuera flores y por dentro temblores” es preciso.

Todos disfrutan de la enorme laguna artificial, una de las más grandes de Lima.
Pasear por ella cuesta 1.50 en bote a motor y si uno quiere mayor contacto con la naturaleza, pagando dos nuevos soles se puede navegarla en botes a pedal. Los juegos infantiles son infaltables, aunque algunos ya están en desuso.
Monos, tortugas, triguillos, alpacas y muchos otros animales se pueden observar en el mini-zoológico. Y si a uno se le antoja dar un paseo a caballo, por un nuevo sol se puede dar una vuelta guiada.
Llega la noche, es hora de regresar a la congestión de la ciudad. Atrás queda la inmensa piscina, los paseos a caballo, el mini zoológico, los botes, y las intensas jornadas deportivas. Otra vez la ciudad, el bullicio y su congestión nos atraparan hasta que tengamos la suerte, de poder regresar.

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